OBJETIVO DEL CATECUMENADO
El objetivo de nuestro catecumenado es acompañar al joven cristiano hacia la plena madurez de fe. El catecumenado es esa forma particular del ministerio de la Palabra que hace madurar la conversión inicial hasta hacer de ella una confesión de fe viva, explícita y operativa: tiene su origen en la confesión de fe y conduce a la confesión de fe. Esta profesión de fe en el Dios único: Padre, Hijo y Espíritu Santo, es la proclamación del cristiano de querer servir a Dios y a los hombres sin ataduras (DGC 82)
Los objetivos del catecumenado se realizan a través de diversas tareas, mutuamente implicadas. Mediante estas tareas se intenta ayudar a conocer, celebrar, vivir y contemplar el misterio de Cristo
Estas tareas son seis
Propiciar el conocimiento de la fe
El que ha encontrado a Cristo desea conocerle lo más posible y conocer el designio del Padre que él reveló. Este profundizar en el conocimiento de la fe ilumina cristianamente la existencia humana, alimenta la vida de fe y capacita para dar razón de ella en el mundo (DGC 85)
La educación litúrgica
La comunión con Cristo conduce a celebrar su presencia salvífica en los sacramentos, particularmente en la Eucaristía. La catequesis, además de propiciar el conocimiento del significado de la liturgia y de los sacramentos, ha de educar a los discípulos de Jesucristo para la oración, la acción de gracias, la penitencia, la captación recta del sentido de los símbolos, etc ya que todo ello es necesario para que exista una verdadera vida litúrgica (DGC 85)
La formación moral
La conversión a Cristo implica caminar en su seguimiento. La catequesis debe, por tanto, inculcar en los discípulos las actitudes propias del Maestro. Este testimonio moral, al que prepara la catequesis, ha de saber mostrar las consecuencias sociales de las exigencias evangélicas (DGC 85)
Enseñar a orar
La comunión con Cristo lleva a los discípulos a asumir el carácter orante y contemplativo que tuvo el Maestro. Aprender a orar con Jesús es orar con los mismos sentimientos con los que Jesús se dirigía al Padre: adoración, alabanza, súplica, admiración por su gloria. Estos sentimientos quedan reflejados en el Padrenuestro, que es el resumen de todo el Evangelio (DGC 85)
La educación para la vida comunitaria
La vida cristiana en comunidad no se improvisa y hay que educarla con cuidado. Hay que formar el espíritu de sencillez y humildad, la solicitud por los más pequeños, la atención a los que se han alejado, la corrección fraterna, la oración en común, el perdón mutuo (DGC 86)
La iniciación a la misión
Hay que capacitar a los discípulos de Jesucristo para estar presentes, en cuanto cristianos, en la sociedad, en la vida profesional, cultural y social. Se les preparará también para cooperar en los diferentes servicios eclesiales, según la vocación de cada uno
1- Todas las tareas son necesarias. Para la maduración de la vida cristiana hay que cultivar todas sus dimensiones: conocimiento de la fe, la vida litúrgica, la formación moral, la oración, la pertenencia comunitaria y el espíritu misionero
2- Cada una de las tareas realiza, a su modo, la finalidad de la catequesis
3- Las tareas se implican mutuamente y se desarrollan conjuntamente.
4- Para realizar sus tareas, la catequesis se vale de dos grandes medios: la transmisión del mensaje evangélico y la experiencia de la vida cristiana
5- Cada dimensión de la fe, como la fe en su conjunto, debe ser enraizada en la experiencia humana, sin que permanezca en la persona como un añadido o un aparte
1- Jesucristo - conocimiento y seguimiento
2.- Dios - Dios del A.T.: Dios trascendente, Dios de la alianza, Dios de la promesa, Dios de la misericordia y justicia.
Dios de Jesucristo - “Abba”: Dios Abba, Dios del Reino, Dios de la trinidad.
3- Actitudes del Reino - Moral
4- Muerte y resurrección
5 - La Iglesia
LA PRIMERA ETAPA
(AÑOS 1º Y 2º)
CARACTERÍSTICAS
La primera etapa del Catecumenado consta de dos años. Esta etapa viene definida por un objetivo pastoral primario: Tiempo de hacer la opción por Jesucristo y su mensaje o, dicho de otro modo, tiempo de decidirse a ser cristiano y asumir la vida cristiana con seriedad y coherencia.
En muchos de los jóvenes la motivación para comenzar el catecumenado no está muy clara. Tienen razones de todo tipo:
- Razones afectivas: en la parroquia y más en concreto, en el grupo de catequesis se encuentran muy a gusto.
- Razones morales: unos encuentran en la “religión” una garantía de mantenerse en la responsabilidad moral y así evitar el desorden y el caos vi tal. Otros ven el evangelio como una fuente de valores morales.
- Razones religiosas: todavía muy difusas y poco maduras. No faltan los que de verdad quieren seguir a Jesucristo. Sin embargo, el conocimiento que tienen de él es muy superficial. La prueba es que cuando se les pregunta “¿quién es Jesucristo para ti?” la respuesta casi general es esta: “un amigo y un modelo de vida”. Quizá no sea poco; pero no lo identifican como el “Maestro”, el “Salvador”, mucho menos como el “Señor” o el “Hijo de Dios”. La opción por Jesucristo es por “su” Jesucristo, un Jesucristo que suele tener todos los rasgos de su yo ideal.
Se entenderá, pues, que los dos primeros años han de ser en primer lugar de evangelización y también, por consiguiente, años de hacer la opción.
Evangelización
Hay que hacer una presentación en clave de oferta de Jesucristo y su mensaje.
- Una presentación global e íntegra del Cristo de la fe.
- Una presentación progresiva a lo largo de los dos años. (Ciertos aspectos o dimensiones de Jesucristo, muchos de nuestros jóvenes ni siquiera pueden entenderlos).
- Una presentación que sea de una parte oferta gozosa (buena noticia) y de otra, cuestionamiento y propuesta (llamada a la conversión).
Opción
Hay a quienes molesta el planteamiento de la vida cristiana como “opción” que ha de hacer el seguidor de Jesucristo. Les parece que este lenguaje es peligrosamente antropocéntrico porque resalta la parte de iniciativa humana en detrimento de lo que es verdaderamente prodigioso, la iniciativa de Dios, que sale al encuentro, elige, ofrece y llama.
Efectivamente es Dios quien por el ministerio eclesial de la evangelización, hace la oferta de la salvación en su Hijo Jesucristo. Pero quizá no sea el momento, al principio mismo del catecumenado, cuando el joven pueda entender y valorar lo que realmente está “aconteciendo”; sí, posiblemente, al final del primer año. Y desde luego ha de captarlo y celebrarlo a lo largo del segundo año. Sin embargo es preciso que desde el primer día entienda que se le está haciendo una propuesta y que se espera de él una respuesta, que tiene que tomar una opción.
A lo largo de estos dos años esta opción se tendrá que ir haciendo real, es decir:
- Consciente y lúcida.
- Con voluntad resuelta y decidida.
- Libre y responsable.
- Efectiva.
Es muy importante que el joven capte, desde el primer momento, que va haciendo esta opción en la medida en que:
- El mensaje de Jesús, su persona y el Dios que Jesucristo nos revela le van resultando significativos, convincentes y atrayentes, de forma que se adhiere cordialmente.
- Asume los compromisos que el seguimiento a Jesucristo le va planteando y exigiendo.
A veces ocurre que el grupo rechaza los contenidos de la evangelización y quieren seguir siendo, no obstante, grupo parroquial pero “con otros temas”. En estos casos lo primero que hay que ver es si estamos haciendo una presentación de Jesucristo adecuada, si estamos presentando un Jesucristo existencialmente salvador. También puede ocurrir que el grupo, en cuanto tal, no está preparado para la oferta y propuesta del catecumenado. En este caso conviene hablarlo claramente y abandonar el proyecto catecumenal para cuando se pueda. Lo que no se puede es llamar catecumenado a lo que no lo es.
Ocurre con más frecuencia que los chavales hagan una adhesión a Jesucristo pero de corte idealista, es decir, no del todo real. Ante las exigencias, que les plantea el conocer y seguir a Jesucristo en principio no se vuelven atrás, pero tampoco las asumen. Expresiones suyas suelen ser “bueno, poco a poco”, “sí, pero para más adelante”. Un “poco a poco” que no se da y un “más adelante” al que no se acaba de llegar a menos que el catequista haga un parón, analice con el interesado la situación y vuelva a plantear de modo muy concreto la posibilidad de continuar.
Importa mucho advertirles a los catecúmenos que la opción se hace no de palabra sino de hecho y que la opción no se hace de una vez y para siempre, sino en la fidelidad continua a los compromisos y exigencias que se van presentando en el proceso. Esta fidelidad es la comprobación real de que se ha optado por Jesucristo.
Estos dos primeros años son, pues, los años de ir haciéndoles la propuesta y de que ellos vayan dando su respuesta. A lo largo de estos dos años tanto el propio joven como el catequista, como el grupo o comunidad van a ir comprobando quién está y quién no esta real mente determinado a seguir a Jesucristo.
Aún con peligro de reiteración: es muy importante que desde el comienzo del catecumenado los jóvenes perciban que el asunto “va de veras” y que el grupo no quede afectado por el vicio de una postura acomodaticia: pasarán los años y a los catecúmenos no les pasará nada, no verán nada más que el hastío de un catequista, que no hace sino quejarse de que la cosa no avanza y que sigue recordando los “deberes”, que no se asumen responsablemente.
No se trata, por tanto, de diferir la decisión del seguimiento hasta el final del segundo año, se trata más bien de ir asumiendo desde el primer día los compromisos y el estilo de vida cristiana para que de una parte el joven pueda ver si es eso realmente lo que buscaba y de otra, el catequista pueda constatar si hay verdadera voluntad por parte del joven.
Ser claros y netos no está reñido con la paciencia, que, por otra parte se hace tan necesaria. Pero paciencia significa el aceptar que a veces no se puede avanzar tan deprisa como a uno le gustaría, no, que no se avanza. Paciencia significa que hay que pararse con mucha frecuencia a quitar los obstáculos del camino, no, pensar que desaparecerán por el mero transcurso de tiempo. La paciencia conduce al catequista a ir desmontando con cada joven o con el grupo en cuanto tal las dificultades que van apareciendo e ir tomando, aunque sean pequeñas, las decisiones y medidas oportunas.
En este capítulo de la paciencia hay que tener en cuenta que cada grupo comienza el catecumenado en unas circunstancias distintas. Circunstancias, por ejemplo, parroquiales: No es lo mismo el primer grupo que comienza a hacer el catecumenado que el que lo comienza después de unos años de experiencia y tras haberse logrado ya un estilo de joven en la Parroquia. Es evidente que con el grupo que abre brecha y que no tiene puntos de referencia, hay que tener más paciencia. O también circunstancias grupales no es lo mismo un grupo, que ha ido haciendo un buen recorrido de catequesis continuada, que aquel en que, por las razones que sean, predominan jóvenes poco preparados todavía para asumir los compromisos del Catecumenado. En cualquier caso, el catequista tendrá que actuar con mucho tacto para no quedarse “corto”, de forma que la propuesta del seguimiento a Jesucristo y la identificación con él se queden sin contenido real. Igualmente es necesario mucho tacto para no agobiarlos con unas exigencias que no pueden asumir porque sencillamente ellos no están donde nos gustaría o pensamos que deberían estar.
Primer año del Catecumenado
OBJETIVOS
Este es el objetivo central y principal de este año.
Hay que dar a conocer el mensaje de Jesús: El reino y reinado de Dios. Pero es necesario algo más: Hay que presentar a Jesús mismo como la manifestación y realización del Reino, ya que en él éste se hace real sin ambigüedad y plenamente, aunque de una manera incoativa. Es decir el joven ha de quedar verdaderamente seducido, no solo por su mensaje, sino también y sobre todo por la persona misma de Jesús.
En la presente etapa de la vida el joven se siente atraído y admira a Jesús por los valores morales que encarna. En este sentido, el objetivo del año es que el joven haga de Jesucristo su modelo de persona y su ideal. Pero sería poco. Jesucristo no es una percha donde cuelgan una serie de actitudes, valores, criterios, comportamientos... Es una persona. Tampoco es un personaje del pasado. Es “alguien” actualmente vivo, presente y activo con quien se puede mantener una relación personal. Por eso, lo importante de este año de catecumenado es que los jóvenes hagan experiencia de Jesús.
Hacer experiencia de Jesús es ponerse efectivamente en seguimiento, comenzar el discipulado: convivir con Jesús y participar su tarea. Para mediados de curso el joven tiene que empezar a tenerlo claro. La opción por Jesucristo no se hace principalmente desde consideraciones teóricas sino en la comprobación de cómo nos va con él. Y para final de curso los catecúmenos tendrían que haber consolidado su opción por vincularse a Jesucristo.
El segundo objetivo de este año es que descubran la Iglesia, vivan en ella y de ella hagan experiencia. Será al final del catecumenado cuando haya una catequesis amplia del misterio de la Iglesia. No hay que esperar a esa etapa para que los jóvenes vayan asumiendo su ser Iglesia y su estar en ella. De hecho, ya este primer año y desde el primer momento es necesario que afronten la realidad de la Iglesia. En tiempos pasados (y todavía en algunos ambientes) eran frecuentes expresiones como “Jesucristo sí, la Iglesia no”. Hay que evitar a todo trance este tipo de posicionamientos desviados.
El joven ha de asumir desde que entra al Catecumenado que su incorporación no es al grupito de comunidad catecumenal sino a la Comunidad de Jesucristo, que es la Iglesia. Por otra parte, nada nuevo: hasta ese momento en su seno ha vivido, ha ido creciendo y madurando. Sencillamente, ha llegado la hora en que lo asume consciente y responsablemente. Tal importancia tiene este objetivo, que una de las cuatro charlas de la convocatoria se le ha de dedicar enteramente.
La incorporación a la Comunidad de Jesús, la Iglesia, tiene diversos planos, necesarios todos ellos y complementarios. Uno es el de la pequeña comunidad catecumenal, otro el de la parroquia, otro el de la diócesis y otro, a través del anterior, el de la catolicidad.
La tentación fácil del joven es reducir su vinculación al pequeño grupo donde muy posiblemente desde años anteriores ya se había creado una dinámica de relación amistosa y vinculaciones afectivas. Tentación fácil por el hecho de que el pequeño grupo posibilita vivir determinadas dimensiones de la comunión eclesial de modo más sensible que otras manifestaciones eclesiales. Ello induce a los jóvenes a pensar en ocasiones que el pequeño grupo no solo es el marco comunitario suficiente sino el más auténtico.
Vayamos ahora viendo cuáles son las posibilidades - exigencias, se le abren al catecúmeno en cada uno de los planos antes mencionados.
Es donde efectivamente a lo largo del catecumenado va a vivir el joven más intensamente la dimensión de compartir la vida, la oración y la fe con otros creyentes. Es también donde va a experimentar de modo más directo la interpelación no solo verbal sino a través del testimonio de los hermanos. Es donde más sensiblemente se va a sentir apoyado, acompañado, sostenido y animado. Es en la pequeña comunidad donde va a hacer la experiencia de que sin comunidad (sin Iglesia) no es posible el seguimiento a Jesucristo.
En los primeros años, por tanto también este primero, el peligro reside en una valoración desorbitada y no ajustada de este grupo pequeño de comunidad. Las causas suelen ser:
. Que los jóvenes siguen viviendo la comunidad más como el grupo de amigos que como la comunidad cristiana de seguimiento a Jesús: lo prioritario continúa siendo el estar juntos y Jesucristo no acaba de ser realmente el centro.
. Que el hecho grupal tiene más fuerza que lo personal. No acaban de hacerse cargo unos de otros en fraterna y mutua corresponsabilidad; hasta que algunos / as no se definen, la mayoría camina un poco gregariamente. Se da, pues, una personalidad grupal fuertemente aglutinadora.
Al situarse en la comunidad como en un grupo de amigos, los compromisos comunitarios (asistencia, puntualidad, tareas, disciplina en la reunión) también quedan muy relativizados, al menos por parte de algunos. Por eso, la incorporación a la comunidad catecumenal exige desarrollar y educar las virtudes comunitarias: respeto, orden, atención, colaboración, etc. En concreto en este primer año el catequista tiene que hacer un notable es- fuerzo para que se asuma la disciplina. El valor de la disciplina tienen que descubrirlo los muchachos desde la naturaleza y fin del grupo, desde lo que es y se propone la comunidad.
La vinculación a la comunidad parroquial se expresa y realiza sobre todo y principalmente mediante la participación en la eucaristía dominical. La eucaristía del domingo ha de ser considerada como la verdadera reunión de comunidad, la genuina, la fontal. De ella dimana cualquier otro modo de reunión o convocación.
Aunque cueste mucho conseguir que los jóvenes participen de una manera habitual en la eucaristía del domingo hay que lograrlo en este primer año. Si es preciso, se suspende cualquier otro compromiso personal mientras éste no sea asumido, haciéndoles ver, por otra parte, el retraso que esto supone en los procesos personales y comunitarios.
No poner todo el empeño en ello resulta profundamente deseducativo, pues se da a en- tender que los compromisos del catecumenado son muy importantes, pero solo en teoría, es decir que no son importantes. Así se entra en una peligrosísima dinámica de medianías, de sí pero no, que alarga indebidamente el ya largo tiempo del catecumenado y no conduce más que al estancamiento y al aburrimiento.
Ponemos especial interés en este compromiso de la eucaristía, porque suele ser la “cenicienta”, tal como se va reflejando en las experiencias hasta ahora. Cualquier otro compromiso es mejor asumido y aceptado. Y también porque asumir o no asumir el papel central de la eucaristía es determinante en el proceso de conversión que el Catecumenado quiere ser.
Quizá la falta de valoración de la eucaristía se da en los mismos catequistas y aún sacerdotes: Catequistas centrados en su propio protagonismo educativo (la eucaristía no es un instrumento en sus manos); curas y catequistas que reducen la vida cristiana a un cierto estilo de vivir configurado por determinados valores.
Es verdad que a principios del catecumenado, la mayoría de los jóvenes no ha descubierto toda la riqueza de la Eucaristía, pero esto no ha de ser inconveniente para que participen. La escucha de la palabra es exigible a todos. La mayoría, además, puede hacer del momento de la comunión un encuentro personal con Jesucristo. No es descartable que a alguno, en un momento determinado de su proceso, pueda no convenirle la asistencia a la eucaristía. En este caso el resto del grupo debe conocer su situación y su excepcionalidad. El catequista y el sacerdote deberán hacer seguimiento del caso para remediarlo cuanto antes.
En general, la no participación de los jóvenes en la eucaristía es debido principalmente a motivos de comodidad. Al principio porque la misa del domingo exige no trasnochar tanto; más avanzado el catecumenado porque participar en la eucaristía reclama un mínimo esfuerzo para situarse en el plano de la fe, es decir un esfuerzo para centrarse. Claro, si uno no se centra, la misa resulta algo aburrido e ingrato. Es cuestión de fe, de activarla y esto requiere el pequeño esfuerzo de romper la inercia.
De todos modos, la participación habitual en la Eucaristía o se logra en el primer año o más tarde costará mucho, si es que se logra. Y si esto no se logra ¿qué es el catecumenado?
La vinculación a la parroquia tiene otras manifestaciones que pueden variar conforme al estilo y configuración de la propia. He aquí algunos ejemplos:
- Asistencia a las vigilias extraordinarias de oración como pueden ser las de Navidad, Pentecostés, la Inmaculada, etc..
- Asistencia a las asambleas parroquiales organizadas por el Consejo Pastoral y que son de carácter general.
- Asistencia a las charlas y conferencias que están organizadas para todos los cristianos de la parroquia.
- Participación en las comidas de convivencia y confraternización entre los diversos grupos parroquiales, excursiones, fiestas y convivencias parroquiales...
- Servicios a la parroquia, permanentes para algunos, ocasionales para otros..
Como se ha dicho, cada parroquia tiene sus formas de organizarse y sus momentos peculiares de encuentro y convivencia. Corresponde al párroco con los catequistas determinar cuáles son esos momentos comunitarios de la parroquia en los que debe participar la comunidad catecumenal con sus miembros.
La Diócesis es algo que cae muy lejos para el joven de primer año, algo desconocido. Y no es cuestión de hacerle una larga catequesis. Lo que hay que lograr es que participe en celebraciones o encuentros de alcance diocesano para que se sitúe, descubra y viva la iglesia diocesana.
Hasta ahora, los jóvenes del Catecumenado trasponían las fronteras de su parroquia en el encuentro anual de todo el Catecumenado Diocesano y en el encuentro, también anual, de nivel (todos los que se encuentran en la misma etapa del proceso). No es de poco interés el valor de estos encuentros, pero en línea de comunión eclesial a lo más que se llega es a “un nosotros” catecumenal, singularizado dentro de la Diócesis. Es necesario que se amplíe la experiencia y la conciencia de comunión para que sea verdaderamente eclesial. A los encuentros ya mencionados hay que añadir otros:
- El encuentro anual, que la Coordinadora Diocesana de Juventud realiza para todos los jóvenes de todas las agrupaciones, organizaciones y movimientos de la Diócesis.
- El encuentro anual con el Obispo al comienzo de la cuaresma, que proyecta esa misma coordinadora.
- Las Javieradas, las Vigilias del Domund o de la Inmaculada.
Quizá no se pueda pretender que el primer año participen todos y en todo tipo de encuentros, jornadas y actividades enunciadas. Quizá al programar a comienzo de curso haya que seleccionar, pero no puede faltar en el primer año el abrirse a este nivel de comunión y vinculación eclesial.
La afirmación de Jesús “El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y entregar su vida” ha de campear nítida para el joven del Catecumenado. Conviene que se entere bien y sea muy consciente desde el principio de que la vida cristiana es una vida en el amor y el amor es también (no solo) entrega y servicio.
El servicio no es secundario en el seguimiento a Jesús. Ni opcional. Entra dentro de la llamada.
La línea de servicio, conforme vaya avanzando el catecumenado, irá dando lugar a la necesidad de discernir cuál es la propia vocación, cuál el puesto de cada uno en el plan de Dios. Sin esa búsqueda sincera y no condicionada de la voluntad de Dios no hay cristiano maduro. Pero, de momento, lo que se pretende con el servicio en este primer años es algo más modesto:
Que el seguimiento a Jesucristo se objetive y materialice. El servicio al ser estable exige un cierto compromiso y de esta forma la opción de seguimiento a Jesucristo se va haciendo algo real.
- Que el joven vaya estructurando su tiempo y su agenda teniendo en cuenta a los demás. Nos volvemos a situar en la línea de objetivación y concreción.
- Que tenga un espacio de crecimiento en responsabilidad, iniciativa y creatividad.
- Que desarrolle las virtudes del trabajo en equipo.
- Que tenga ocasión de introducirse en el mundo de los adultos como un adulto más, lo cual le hace crecer en responsabilidad.
- Que en el servicio encuentre un campo de autoconocimiento y de autocomprobación.
SERVICIOS POSIBLES PARA EL PRIMER AÑO
Es imposible enumerar todos los servicios que puede asumir un joven en el primer año de catecumenado. Depende del grado y modo de organización de la parroquia o del pueblo, del número de jóvenes que estén en el catecumenado, si hay otros más veteranos, etc. He aquí, no obstante, a modo de ejemplo:
En la Parroquia
- Las catequesis de infancia y adolescencia. No como catequista titular, pero sí como auxiliar, participando en las reuniones semanales del equipo de catequistas para revisar, preparar y programar la catequesis y sus actividades.
- Cáritas. Ayuda a algún imposibilitado, auxiliar a matrimonios ancianos, acompañar a algún joven que esté dejando la droga... Organizar, pero para esto haría falta todo un equipo de jóvenes cristianos, un club de tiempo libre y ocio educativo para niños y adolescentes con problemas de integración social....
- Liturgia. Dinamizar alguna de las eucaristías de los domingos. Formar un coro parroquial de jóvenes, que, a una con lectores, monitores, etc., hagan más testimonial la presencia de los jóvenes en la eucaristía.
- Grupo de misiones y tercer mundo. Promover la conciencia misionera en todos los ámbitos de la Parroquia. Organizar las jornadas del Domund y Manos Unidas...
Fuera de la Parroquia.
- Colaboración Caritas Diocesana.
- Comités de Solidaridad con el Tercer Mundo.
- Poblado de Santa Lucía.
- Asociaciones de vecinos.
- Asociaciones juveniles deportivo-culturales...
Esto es lo que se intenta, sobre todo, con las “comunicaciones de vida” como más adelante se expondrá.
No es este año cuando se aborda la oración, es al año siguiente. Pero este año las reuniones han de hacerse en clima de oración. No solo han de empezarse con un espacio de oración, sino que toda la reunión ha de transcurrir en esa atmósfera de profundidad, silencio, recogimiento y escucha de lo que Dios me pueda decir. Sobre todo al final de la reunión, hay que dedicar un cuarto de hora a orar, una oración con participación espontánea. Hay que lograr que sientan la oración como algo normal. Ayuda a ello, generalmente, el que entre los jóvenes del grupo siempre hay algunos que nunca abandonaron la práctica de la oración. Estos suelen tener menos reparo en participar y con su ejemplo animan a que poco a poco todos lo hagan con normalidad en la oración comunitaria.
CONTENIDOS
TEMA 1 - El Misterio de la ENCARNACIÓN
TEMA 2 - Nazaret
TEMA 3 - El Bautismo en el Jordán
TEMA 4 - Jesús es tentado en el desierto
TEMA 5 -
TEMA 6 - El Evangelio del Reino
TEMA 7 - El Reino en las parábolas de Jesús
TEMA 8 - EL seguimiento
TEMA 9 - El Evangelio del perdón
TEMA 10 – La oración
TEMA 11 - El Padrenuestro I
TEMA 12 - El Padrenuestro II (retiro)
LAS DIVERSAS REUNIONES
Reunión de tema
La metodología de cada uno de los temas se expondrá al principio del mismo.
Reunión de comunicación de vida
- Motivación del catequista
- Lectura de la palabra de Dios y breve silencio
- Silencio largo para preparar la comunicación.
- Puesta en común.
- Silencio breve para preparar la oración.
- Preces.
- Evaluación de la reunión y avisos.
Reunión de revisión de compromisos
El mismo esquema de reunión que el anterior. Solo que la revisión personal hay que procurar que cada uno la haga en su casa y la traiga preparada y por escrito. Si se deja a prepararla en el espacio de la reunión, se alcorza mucho el tiempo de la comunicación y serían muy pocos los que podrían revisarse en la Comunidad. De todos modos este primer año habría que transigir un poco con los que no la hayan preparado en casa.