Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él (1 Jn 4,16)
Ficha de Proyecto
En esta sección encontraras los diferentes proyectos diocesanos de      catequesis con orientaciones y materiales para cada catequista 
Catequesis para profundizar en la profesión de nuestra fe bautismal y preparar el sacramento de la Confirmación.
 
EL  DON DEL ESPÍRITU SANTO 
CATEQUESIS   DE   CONFIRMACIÓN
 DIÓCESIS  DE  PAMPLONA  Y  TUDELA 1998


 
 
ÍNDICE  GENERAL
 
 
Págs.
 
 
 

INTRODUCCIÓN ...................................................................      ...        5
ENCUENTRO DE PRESENTACIÓN ......................................      8
1. ¿Por qué vengo a la catequesis? ..............................................     9
2. (CELEBRACIÓN) El punto de partida: el bautismo .............    13
3. En Dios somos y existimos .....................................................  15
4. Dios se comunica al hombre ...................................................   19
5. La comunicación de Dios es salvación ...................................    22
6. Jesucristo, la Palabra del Padre................................................. 26
7. Jesús de Nazaret, anuncio y presencia del Reino de Dios .....     30
8. (RETIRO) Jesús sigue llamando ............................................    33
9. La muerte de Jesús ..................................................................   41
10. La resurrección de Jesús  (I) ...................................................   45
11. La resurrección de Jesús  (II) ..................................................   49
12. El Resucitado nos da su Espíritu .............................................  53
13. La nueva vida en Cristo...........................................................   57
14. Los que creemos en Jesucristo formamos la Iglesia  (I) ........     62
15. Los que creemos en Jesucristo formamos la Iglesia  (II) .......     66
16. Los sacramentos ......................................................................  68
17. La eucaristía ............................................................................  71
18. El sacramento de la confirmación............................................   76
19. Y a partir de ahora.. ¿qué?
a)     Exposición del proyecto de continuidad.......................   79
b)    Testimonio de jóvenes...................................................   81
c)     Modelo de entrevista ....................................................   82
20. RETIRO de preparación al sacramento de la confirmación ....   83
            Mistagogia de la celebración...............................................  89
 
 
 
 
 
 


INTRODUCCIÓN
 
     SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
 
            Sacramento en busca de identidad. (1)
 
 
 El sacramento de la confirmación es con frecuencia motivo de discusión, tanto entre los teólogos como entre los pastoralistas. Quien conoce un poco la historia del mismo no se extrañará, ya que tales discrepancias vienen de lejos. La teología se ha mostrado dubitativa a la hora de precisar su sentido y la pastoral vacilante. Tal vez por eso mismo ha habido épocas en las que este sacramento ha estado prácticamente olvidado en la pastoral y otras, como la actual, en que está casi sobrevalorado. Si en un momento la confirmación pudo ser llamada la "cenicienta" de los sacramentos, ahora parece que se pretende elevarla a la categoría de  "princesa", haciendo pivotar sobre ella toda la pastoral con los adolescentes. Es preciso encontrar un equilibrio entre ambos extremos. La confirmación continúa siendo un sacramento en busca de su propia identidad.
 
            Diversidad de ritos en la iniciación cristiana
 
 
                                               En los primeros siglos la celebración del bautismo incluía diversos ritos (inmersión, unción, imposición de manos...) unidos entre sí como partes de un todo y la iniciación cristiana no se consideraba finalizada hasta que el Obispo hubiera realizado los ritos expresivos de la concesión del Espíritu Santo al neófito (nuevo cristiano) y éste participaba en la eucaristía.
            Por razones históricas los ritos se fueron separando temporalmente, especialmente en Occidente, y poco a poco la Iglesia llegó a ver en ellos dos sacramentos distintos, pero sin perder nunca su relación interna. La Iglesia ha sido partidaria, durante siglos, de que se celebrasen ambos sacramentos en proximidad cronológica y lo mantiene en documentos actuales como el Ritual de la Iniciación cristiana de adultos (RICA):
            "Según el antiguo uso conservado en la liturgia romana, no se bautice a ningún adulto, sin que reciba a continuación del bautismo la confirmación, a no ser que haya graves razones en contra" (RICA 34).
            También cuando se trata de un niño en edad catequética se establece como norma el que sea bautizado dentro de la eucaristía en la que, tras ser bautizado y confirmado, participa por primera vez (cf. RICA 34. 46. 56).
            En la constitución Divinae consortium naturae, que precede al Ritual de la confirmación, Pablo VI presenta como lógico el orden tradicional de los ritos de iniciación: Los fieles renacidos en el bautismo, se fortalecen con el sacramento de la confirmación y, finalmente, son alimentados en la eucaristía con el manjar de la vida eterna.            Sin embargo, por razones pastorales, especialmente para inculcar con más fuerza en los fieles la plena adhesión a Cristo (RC 11), se admite que las Conferencias episcopales puedan retrasar la edad de la confirmación. Esta es la razón de nuestra práctica actual que mantiene la edad de la primera eucaristía y retrasa en varios años la de la confirmación, con el fin de posibilitar una confesión de fe más consciente y madura.
 
            La confirmación, parte de los sacramentos de la iniciación cristiana
 
 
            Cualquiera que sea el momento en que se celebre, la confirmación debe ser entendida siempre como parte integrante del proceso de la iniciación cristiana. Sólo dentro de ésta puede encontrar aquella su identidad y su sentido.
            La iniciación cristiana es más amplia que los llamados sacramentos de la iniciación. La iniciación cristiana es el proceso evangelizador-catequizador por el que un nuevo creyente se incorpora a Cristo y a la nueva vida de la salvación en el seno de la Iglesia. Esta tarea no se
realiza en un momento. Como todo itinerario, la iniciación cristiana supone un principio, un desarrollo y un final.
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(1) Cf Diócesis de Pamplona y Tudela, Directorio pastoral de la iniciación cristiana (1995), sobre todo los caps. I, II y III  (confirmación)
 
            Este proceso requiere, además de una formación doctrinal, una progresiva introducción en experiencias de oración y en el ejercicio real de las virtudes y actividades cristianas. Los sacramentos del bautismo, confirmación y eucaristía deben ser entendidos formando parte del conjunto unitario que llamamos iniciación cristiana. Ellos impulsan, sellan y celebran todo el proceso, ya que por ellos, de manera decisiva, el creyente en Jesucristo queda incorporado al Misterio de Dios que se nos ofrece en Cristo dentro de la Iglesia. Ellos actualizan, aquí y ahora, la Historia de la salvación.
            La relación intrínseca de estos sacramentos es puesta de relieve en los respectivos Rituales. Así, el Ritual de la confirmación manda que dentro de la celebración de la confirmación se renueven las promesas del bautismo (RC 28), recomienda que el padrino sea el mismo del bautismo (RC 5) y señala como normal que la confirmación se celebre dentro de la misa, para que se manifieste más claramente la conexión de este sacramento con toda la iniciación cristiana... Por esa razón los confirmados participan de la eucaristía, que completa su iniciación cristiana (RC 13).
           
            La confirmación, sacramento del don del Espíritu Santo
 
 
 
El catecismo de la Iglesia católica dice que los sacramentos son acciones del Espíritu Santo que actúa en su Cuerpo que es la Iglesia (CEC 1116). Por tanto, no se puede decir que el sacramento de la confirmación tenga la exclusiva del Espíritu Santo. Pero sí celebra, expresa y, en consecuencia, confiere el don del Espíritu Santo de una manera particular.
            “Con el sacramento de la confirmación los renacidos en el bautismo reciben el don inefable, el mismo Espíritu Santo, por el cual son enriquecidos con una fuerza especial y, marcados por el carácter del mismo sacramento, quedan vinculados más perfectamente a la Iglesia, mientras son más estrictamente obligados a difundir y defender con la palabra y las obras la propia fe como auténticos testigos de Cristo” (Pablo VI, Divinae consortium naturae).
            La confirmación, por tanto, profundiza y ratifica la incorporación ya existente a Cristo y a la Iglesia por el Espíritu. No sería correcto considerar la confirmación únicamente como la recepción formal y objetiva del Espíritu Santo que transforma a la persona haciéndola cristiana, pero tampoco sería correcto el considerarla sólo como una profesión pública de la fe antes de ser admitido como adulto en la Iglesia. Participa de ambas cosas. Es la recepción del don del Espíritu, y la adhesión personal al mismo. Si en el bautismo del niño resalta el ser-iniciado y el ser acogido, en la confirmación se acentúa el querer-iniciarse y el aceptar y asumir la condición cristiana. Ambos aspectos pertenecen al sacramento. La confirmación celebra, de forma más expresiva, el don del Espíritu y la incorporación a la misión de la Iglesia en el mundo.
            Siempre debe quedar claro que el bautismo es el sacramento fundamental, más importante que la confirmación. El bautismo pone de relieve diversos aspectos de la incorporación a Cristo y a la Iglesia, mientras que la confirmación acentúa la concesión del don del Espíritu Santo.
            La teología de la confirmación, en cualquier caso, se apoya en la teología del bautismo. Ambos sacramentos expresan, celebran y realizan de manera plena la incorporación a Cristo por el Espíritu en la Iglesia, incorporación que culmina con la participación en la eucaristía. Por eso hay que resaltar el simbolismo y el significado de la eucaristía que tiene lugar como culminación de la celebración del sacramento de la confirmación, aunque se trate de confirmados que ya habían recibido la "primera comunión".
 
            Razón de estas catequesis
 
 
Por lo que venimos diciendo es evidente que el objetivo pastoral prioritario no puede ser la confirmación vista de una manera aislada, sino el despertar en los jóvenes el deseo de renovar y ratificar, desde una actitud gozosa y agradecida, la adhesión a Jesucristo que tuvo lugar en el bautismo. No es tanto cuestión de edad cuanto de crecimiento y maduración personal de la fe. Es acogida y celebración del don del Espíritu Santo que se nos da y nos fortalece.
            Con el fin de ayudar a ese proceso de iniciación y maduración en la fe se ofrecen estas catequesis. No pretenden resaltar la confirmación para hacer de ella el sacramento mayor de la iniciación cristiana, sino situarse dentro de esa iniciación. Cada uno tendrá que ver cuál es el momento más oportuno para incorporarlas según el itinerario del grupo, así como ver la posibilidad o la necesidad de combinarlas con otro tipo de catequesis.
            De hecho, están pensadas dentro del marco de la "catequesis continuada" de adolescencia y no como "curso" aislado de preparación al sacramento. Pensamos en una edad en torno a los 17 años, suponiendo un itinerario previo de crecimiento en la fe (utilizando, por ejemplo, los materiales diocesanos de catequesis de adolescencia). De todos modos, como es difícil responder a todas las posibles situaciones pastorales, será preciso adaptar este material a las realidades concretas o acoplarlo al itinerario catequético realizado, por parte de los responsables de la catequesis en las parroquias.
     Pensadas en clave catecumenal, quieren responder a un momento importante de la iniciación cristiana, conocido como la traditio-explanatio-redditio del símbolo de la fe, que precedía al bautismo-confirmación: "entrega" (traditio) del símbolo por parte de la Iglesia al catecúmeno, "explicación" catequética (explanatio) y "devolución" (redditio) del símbolo por parte del catecúmeno en la profesión de fe. Ofertan los contenidos de la fe, el Credo, enmarcados en los tres sacramentos de la iniciación cristiana.
    
             Finalmente, dos indicaciones respecto del catequista:
    
     - El catequista es en este momento quien, en nombre de la Iglesia, propone y "explica" la fe, en sus contenidos fundamentales (símbolo), a los catecúmenos, realizando una verdadera función "magisterial". Debe, por tanto, conocer aquello que transmite.
       Para ello indicamos los números y páginas de dos Catecismos referenciales: el "Catecismo de la Iglesia Católica"  (CEC) y el de la Conferencia Episcopal Española "Esta es nuestra fe. Esta es la fe de la Iglesia" (EF), así como un libro sencillo que puede ser de utilidad: R. Marlé, Los cuatro pilares de la catequesis, PPC, Madrid 1996. También puede ser útil el "Catecismo para adultos" de la Conferencia Episcopal Alemana, editado por la BAC, e igualmente la obra de J. N. Bezançon. J.M. Onfray, Ph. Ferlay, “Para decir el Credo”, Verbo Divino, Estella 1988.
       Es deseable que la reunión de los catequistas sea una verdadera autocatequesis en la que se vayan repasando los artículos de la fe, con la ayuda de alguno de los catecismos y comentarios indicados.
     - Pero no hay que olvidar que el catequista, además de un "maestro" que propone y explica, es un "testigo" de la fe, que la vive, invita con el ejemplo, da testimonio de su propio itinerario creyente, ora con el grupo...
       Es importante que este tiempo de preparación al sacramento sea para los miembros del grupo un momento de verdadera experiencia religiosa, en clima de interiorización, un paso de Dios por sus vidas.
       Para que pueda ser así, aun siendo conscientes de las dificultades, la responsabilidad del catequista es grande.
                 CEC n. 1212; 1229-1233; 1285-1321
                 EF  p. 227s; 237-240
                 Marlé p. 153-160
 
 
NOTA:  Este curso podría abreviarse reduciendo los temas en  atención a estas circunstancias:
1- Cuando el curso de preparación a la confirmación, inserto en la catequesis continuada,  se simultanea con “ADOLESCENTES 3” o con “JÓVENES 1” y resulta que los chicos/as tienen dos reuniones semanales todo el tiempo que dura la preparación a la confirmación.
2- Cuando se comienza el curso catequético con “ADOLESCENTES 3” y después de Navidad, por ejemplo, se comienza el curso de preparación a la confirmación.
                 En cualquier caso creemos que no deben faltar las siguientes catequesis o temas: 2, 4, 7, 8 (retiro), 9, 10, 12, 13, 14, 17, 18, 19 y 20 (retiro.)
 
                Estas catequesis se ofrecen “ad experimentum”. Sin duda su utilización y la experiencia nos dirán en qué deben ser corregidas y mejoradas. Para ello contamos sinceramente con vuestra colaboración y os pedimos que nos hagáis el favor de enviarnos todo tipo de sugerencias y mejoras concretas que podáis introducir. Gracias de antemano.
 

ENCUENTRO DE PRESENTACIÓN
 
 
 
Objetivo:
 
- Iniciar un primer conocimiento mutuo, en un ambiente distendido, sin forzar la intimidad.
 
 
 
En este primer encuentro:
 
-          Si los grupos no están formados, se forman.
 
-          El catequista presenta globalmente el plan del año (reuniones, convivencias...), invita a tomar en serio la preparación, dice que las catequesis van a tener lugar en un clima de interiorización, oración, apertura al Espíritu...
 
-          Es importante hablar de la disciplina y las normas de forma serena, tranquila, pero haciéndoles ver que es necesario un clima de trabajo serio en el grupo.
 
 
Formados los grupos,
 
- si los miembros del grupo pequeño se conocen ya (p. e. , de la catequesis continuada), se entra directamente en el temario;
 
- si no se conocen, se dedica una reunión a presentarse unos a otros, sin forzar la intimidad:
 
· Dicen sus nombres, algunos detalles de la familia, dónde estudian, aficiones, su relación con la parroquia y la catequesis, etc., todo esto en el grupo.
 
· O bien: Por parejas, que no se conozcan o se conozcan poco: uno cuenta al otro algo sobre sí mismo; después, en el grupo, cada uno debe dar cuenta, lo más fielmente posible, de lo que le ha dicho el otro.
 
- Cada miembro del grupo se identifica con un "instrumento musical" y con un "animal", y explican el por qué a los demás, desvelando así algunos rasgos de su personalidad...
 
El catequista también se presenta.
Se puede terminar con unas pastas...

1. ¿POR QUÉ VENGO A LA CATEQUESIS?
 
 
 
Objetivos:
 
- Expresar las motivaciones por las que los miembros del grupo vienen a la catequesis de confirmación.
 
- Profundizar en el sentido de estas motivaciones.
 
 
 
 
Desarrollo de la catequesis
 
1.    Los jóvenes que conocéis., ¿se confirman, no se confirman, por qué sí, por qué no...? Diálogo abierto.  El catequista anota lo más significativo.  Al final de esta primera parte hace una síntesis.
 
2.    El catequista reparte fotocopias de la carta del Sr.  Arzobispo.  Los miembros del grupo la leen con detenimiento (para ello, si es posible, pueden salir del lugar de la reunión, p.ej. a unos jardines cercanos o al templo...)
 
a)    Cada uno subraya las frases que le llaman la atención (porque le parecen importantes o porque necesitan una aclaración...)
 
b)    Escribe en una cuartilla las razones por las que él quiere confirmarse.  El catequista insiste en que las razones sean sinceras. (No hace falta firmar la cuartilla).
 
            Se reúnen todas las cuartillas.  Se reparten al azar entre los miembros del grupo, que van leyendo lo que pone en ellas (cada uno lee la cuartilla que al azar le ha tocado). O bien el catequista lo hace.
 
Diálogo sobre todo ello, profundizando en el sentido de las distintas motivaciones.  Si alguien quiere (sin forzar), puede hablar sobre sus motivaciones personales.
 
c)    Se retoma la carta del Arzobispo: frases que ha subrayado cada uno, por qué...
 
-   El catequista puede contar por qué se confirmó él, qué sucedió a partir de la confirmación, cómo llegó a ser catequista, etc.
 
- El catequista puede insistir en algunas de las ideas expuestas en el documento anexo de este tema.
 
3.   Oración.  En la misma sala de reunión o, si es posible, en el oratorio o en la iglesia, ante un icono del Señor, con suave música de fondo, el catequista invita a orar espontáneamente: qué le queremos decir a Jesús en este primer día de catequesis....
 
 
ANEXO 1
 
CARTA DEL SR. ARZOBISPO A LOS JÓVENES CONFIRMANDOS
 
 
Queridos amigos,
 
Comenzáis vuestra preparación inmediata para recibir el sacramento de la confirmación. ¿Sabéis bien lo que eso significa?  Conviene aclarar las ideas desde el principio.
 
Antes de seguir adelante es necesario que os paréis a pensar qué es lo que queréis hacer y si tenéis claras las razones para hacerlo.
 
Hay quienes piden la confirmación por no ser menos que los demás, por no quedarse atrás, por no descolgarse de los amigos o de la cuadrilla en el tiempo de preparación y sobre todo en el día de la fiesta.
 
Los que comienzan así, sin motivaciones verdaderas, en más de una ocasión se cansan, lo dejan a mitad, o lo viven muy a medias, sin entrar de verdad en la cuestión.  Si llegan hasta la confirmación, la viven superficialmente.  Les deja poca huella en su vida.  Pierden una oportunidad fenomenal para volar a más altura.
 
Al recibir la confirmación entramos en la Iglesia de Jesús plenamente, de manera definitiva.  Nos comprometemos a seguir a Jesucristo como Maestro de vida, dejamos los ídolos (los falsos dioses que dominan la vida de tanta gente), aprendemos a adorar y amar al Dios verdadero, nos comprometemos a vivir como hijos de Dios en la tierra, como hermanos de todos los hombres, camino de la vida eterna.
 
Y todo esto en la Iglesia, recibiendo la fe y compartiendo la vida cristiana, la oración, la eucaristía dominical, la ley de Dios, la justicia y el amor fraterno, el servicio a los pobres.
 
Todo esto es lo que quiere decir la presencia del Obispo, o de su Delegado, en vuestra confirmación. Os recibe el Obispo en la Iglesia de Jesús, como sucesor de los Apóstoles, como hermano y guía espiritual, como quien preside la Iglesia en Navarra en el nombre del Señor.
 
Una vez confirmados tenéis que comenzar a vivir como cristianos por convencimiento propio, con vuestras propias exigencias y vuestras propias aspiraciones.
 
            Cada uno tiene que ver qué significa para él, o para ella, ser cristiano o cristiana, de verdad y en su propio ambiente: en casa, en el estudio o en el trabajo, con los amigos, en la distribución del tiempo libre, en la programación de la propia vida, para ahora y para después.
 
De las promociones sucesivas de la confirmación, en cada Parroquia, en Pamplona y en todas las ciudades y pueblos de Navarra, tiene que nacer la nueva juventud, las nuevas familias, los nuevos cristianos y cristianas, iluminados y fortalecidos por la fe en Jesucristo, purificados y santificados por el Espíritu Santo, germen de una sociedad nueva, más justa, más fraternal, más generosa y por eso mismo más feliz, inicio lejano de la gran sociedad de los santos hacia la que todos caminamos con nuestro Hermano Jesús, resucitado, Salvador y Centro del mundo.
 
Os espero al final de este tiempo de preparación, en el día radiante de vuestra confirmación.  Un día lleno de promesas, cargado de dones espirituales, principio de una vida personal engrandecida por el encuentro con el Señor.
 
Que él os ilumine desde ahora y os sostenga en este esfuerzo de preparar vuestro corazón para recibir el don maravilloso de su Espíritu, fuente de vida y de muchas obras buenas.
 
Os saludo con todo afecto.  Espero encontrarme con vosotros en el día grande y gozoso de vuestra confirmación.  Hasta pronto.
 
Os saluda cordialmente vuestro Obispo,
 
 
 
    
 
Fernando Sebastián Aguilar
Arzpo. de Pamplona, Obpo. de Tudela
 
 

ANEXO 2
 
Ideas para una posible exposición del catequista
 
El sacramento de la confirmación  es sacramento de la iniciación cristiana junto con el bautismo y el de la eucaristía. De iniciación quiere decir de introducción, de entrada. No tiene sentido bautizarse, recibir la comunión por vez primera o confirmarse para luego no integrarse en la comunidad eclesial, es decir para luego no participar siquiera mínimamente en la vida y en la misión de la Iglesia.
 
Sin embargo, dice el Directorio Diocesano de la Iniciación Cristiana, “se constata con preocupación el abandono de la vida de la Iglesia que se produce después de recibir este sacramento” (1, pág. 107).
 
Por eso, el Directorio Diocesano señala como primer punto a tratar en las catequesis preparatorias a la confirmación, el de clarificar las motivaciones para recibir el sacramento (3.5.1. pág. 118).
 
No tiene sentido que pidan la confirmación y vayan, por tanto, a las catequesis de preparación los que de antemano están pensando en confirmarse para no volver a la parroquia ni a la catequesis. Y no sólo no tiene sentido, sino que es un abuso de este sacramento. Un abuso porque es justamente lo contrario de lo que expresa este sacramento: una más decidida voluntad de seguimiento a Jesucristo, una más profunda incorporación a la Iglesia, una mayor implicación que corresponde al inicio de la adultez cristiana. Cualquiera puede darse cuenta de la gravedad de este abuso.
           
Por tanto, apuntarse y venir a la catequesis de confirmación lleva consigo la voluntad de tomarse aún más en serio la vida cristiana. Querer confirmarse es como querer ratificar aquel bautismo que uno recibió cuando no era consciente. El Directorio se expresa en estos términos: “Si en el bautismo del niño resalta el “ser-iniciado” y el ser acogido, en la confirmación se acentúa el “querer iniciarse” y el aceptar y asumir la condición cristiana” (2,3. pág. 111).
 
Por eso, recibir la confirmación nos abre la puerta a una nueva etapa de la vida cristiana. Es principio de una nueva y más madura forma de creer y de estar en la Iglesia. La misma edad, en la que habitualmente se confirma entre nosotros, los 16-18 años, está reclamando una  nueva comprensión y más profunda comprensión de la fe y sus verdades.
 
Quien pide la confirmación está diciendo que él quiere llegar a la fe adulta, que se compromete a seguir formándose para llegar a  ser un cristiano maduro. Confirmarse es pedir a la Iglesia el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesús para seguir avanzando de perfección en perfección.
 

2. eL PUNTO DE PARTIDA: EL BAUTISMO
(celebración)
 
 
 
Objetivos:
 
-    Caer en la cuenta de la íntima relación bautismo-confirmación, y que el bautismo es el sacramento original (origen, fuente, comienzo) de la vida cristiana.
 
-    Recordar algunos aspectos fundamentales del bautismo.
 
-    Todo ello en ambiente de celebración-oración.
 
 
 
          La celebración tiene lugar con el grupo entero de confirmandos. Si son muchos, se pueden hacer varias celebraciones.
          A ser posible, en torno a la pila bautismal.  Preparar: agua, crisma, cirio pascual, vestidura blanca (alba).
          Preside el  sacerdote.
 
·      Se canta o escucha un canto de comunidad (''Iglesia peregrina" u otro apropiado).
 
·      Breve momento de silencio.
 
·      Catequesis del sacerdote (ideas para esta catequesis):
 
Todo empezó el día de nuestro bautismo... ¿Habéis asistido recientemente a un bautismo?, ¿qué os ha llamado más la atención en él? ...
 
     La confirmación está íntimamente ligada al bautismo. Se trata de confirmar nuestra fe bautismal, que nos hace seguidores de Jesús. Por eso comenzamos nuestra preparación junto a la pila bautismal...
                 En estos símbolos aquí presentes recordamos lo que aconteció en nosotros el día de nuestro bautismo... Agua... Crisma... Vestidura blanca... Luz ... (se lee, del Ritual del bautismo, lo referente a estos signos y se comenta brevemente) ...
                 Se recuerda lo que el bautismo realizó en nosotros: incorporación a Cristo, criatura nueva, miembro de la Iglesia, don del Espíritu...
                 En las catequesis sucesivas vamos a profundizar en la profesión de fe bautismal (el credo) para decirla el día de la confirmación como algo verdaderamente nuestro (se lee, del Ritual del bautismo, lo que se preguntó a los padres en el momento del bautismo y lo que se les va a preguntar a ellos en la celebración de la confirmación) ...
(Cf.  CEC 1213-1248, especialmente 1234-1245: mistagogía de la celebración;
EF 229-236; Marlé 145-152).
Diálogo, aclaraciones...
 
·      Signación con el agua bendita.  Se explica el sentido de la signación bautismal.  Cada uno pasa por la fuente bautismal, toma agua con sus dedos y hace la señal de la cruz, diciendo: "Yo (dice su propio nombre) fui bautizado(a) en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
 
·      Se les entrega el "señalalibros" con el CREDO.  Se motiva esta entrega: os entregamos, aquí condensada, la fe de la Iglesia, que profesaron vuestros padres el día de vuestro bautismo; en las catequesis iremos explicándola para comprenderla mejor y hacerla más vida nuestra, y el día de la confirmación la profesaréis solemnemente ante el obispo y la comunidad...
 
·      Se les entrega los EVANGELIOS (mejor el Nuevo Testamento) : La Palabra de Dios, sobre todo el Evangelio de Jesús, nos va a guiar en nuestra catequesis. Es la Palabra más importante, la primera que tenemos que oír y seguir... Traedla cada día a la catequesis, leedla en casa....
 
·      Todos recitan la oración del Señor, el padrenuestro.
 
·      Se puede terminar con un canto: de acción de gracias por la llamada al seguimiento, de envío, etc...
 
 
 
 
 

3.  EN DIOS SOMOS Y EXISTIMOS
 

Para los catequistas

 
Situación
 
                        Comenzamos con éste tres temas sobre Dios. Bueno será que antes de adentrarnos en ellos tomemos conciencia de cómo están la mayoría de nuestros jóvenes respecto a Dios.
            He aquí algunos datos constatados por la experiencia.
            Nuestros jóvenes, a esta edad, normalmente han hecho varios cursos de catequesis, han ido a clase de religión, de niños fueron a misa casi todos los domingos, luego mayoritariamente han dejado de asistir... “Han aprendido” muchas cosas sobre Dios; se les ha dado respuestas a preguntas que no se hicieron,  casi todo les ha venido de fuera, sin llegar a implicarles por dentro... Están faltos de experiencia religiosa.
            En esta situación,  más que nunca, interesa que las catequesis se realicen en un clima serio de oración desde el principio hasta el fin. Ojalá se pudiera provocar así la experiencia o al menos cierta experiencia de Dios. No pudiendo decirlo  todo sobre Dios,  se ha intentado buscar los enfoques más existenciales y vivenciales.
             Desde el punto de vista doctrinal se ha querido  salir al paso de las actuales corrientes de pensamiento que, en referencia a Dios, más en contradicción estarían con nuestra fe.
 
 
Objetivos:
 
            - Que los jóvenes caigan en la cuenta de la trascendencia absoluta de Dios.
            - Que caigan en la cuenta de su sorprendente cercanía.
            - Que enriquezcan y profundicen la idea que tienen de creación.   
            - Que recen y  se pongan en contacto con Dios.
 
 
 
Textos de consulta
              Catecismo de la Iglesia Católica : n. 27 - 43
               Esta es nuestra fe: p. 92.
              Marlé: p. 19 - 24
 
Para dialogar
 
- ¿Qué lugar ocupa Dios en nuestra vivencia religiosa?
- ¿Qué dificultades encuentra el hombre de nuestro tiempo para acceder a la experiencia religiosa?
- ¿Cuál es la experiencia religiosa de los jóvenes que vienen al grupo de preparación a la confirmación? ¿qué trayectoria religiosa traen?
- ¿Qué experiencia religiosa deberíamos suscitar y promover ahora con estos tres temas que vamos a dar sobre Dios?

Desarrollo de la catequesis

 
            Todas las catequesis van a comenzar con una oración. Es imprescindible haber conseguido previamente un clima de silencio y apertura a Dios.
 
Texto para orar y empezar la catequesis
            Nos quedamos un momento en silencio meditando estas afirmaciones (se pueden escribir bien visiblemente en la pizarra):
 
·         Creo en Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra.
·         En Dios vivimos, nos movemos y existimos  (Hch 17, 28).
 
 
            Padre Dios, que por medio de tu hijo Jesucristo nos has dado la fe y el conocimiento de ti. Danos ahora la luz del Espíritu Santo que nos permita saborear y disfrutar más profundamente de tu amor y tu belleza. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
           
 
Pregunta inicial
 
Si al catequista le parece oportuno, puede empezar planteando esta  cuestión:
 
- Describe la imagen que tú tienes de Dios, sus rasgos más importantes, sus cualidades, todo lo que sabes decir de él.
- Breve puesta en común.
           
Contenidos catequéticos
 
El catequista puede repartir el texto siguiente y leerlo en voz alta  o servirse de él para hacer una exposición. En caso de que se reparta el texto, después de cada punto el catequista deja un rato de silencio para que cada uno subraye las ideas o expresiones que más le han llegado o afectado. Al final se hace una puesta en común de las frases que más les han llegado en clima de compartir vivencias, no de discusión.
 
            1.- “Creo en Dios,  Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra”. Así comienza el credo que rezamos. Pero, ¿quién es Dios, qué es Dios, dónde está Dios? Dios no es nada de este mundo. Dios no es como nada de este mundo. Dios es “lo-totalmente-distinto”, “el-totalmente-Otro”. De Dios nos pueden decir muchas cosas y podemos discutir mucho, pero sólo caemos en la cuenta, sólo nos enteramos de quién es Dios de dos maneras:
·      Cuando en silencio, recogidos, nos ponemos a medir la distancia infinita que hay entre él y nosotros, entre él y uno mismo. Entonces vemos cuál es el abismo que hay entre la grandeza y la plenitud de Dios y nuestra pequeñez. Es un misterio que nos admira.  Una persona es verdaderamente religiosa cuando tiene sentido de Dios, cuando sabe algo de la grandeza única de Dios.
·      Cuando sentimos la presencia de Dios. Es como si esa presencia nos invadiera y nos envolviera. Maravillados, nos sentimos inmersos en un océano de vida y de luz, con una paz inmensa que sólo él puede dar. De vez en cuando Dios se nos deja sentir y como Jacob en Betel tenemos que decir: “Dios está aquí y yo no lo sabía” (Gn 28, 16)
 
            2.- Creemos en Dios creador. Pues bien, Dios está en el corazón de la realidad y de cada una de las cosas que componen la realidad: “En él somos, nos movemos y existimos” y la presencia de Dios es una presencia creadora. La creación no es algo terminado ni estático. Dios quiso que el hombre colaborara con él en la obra de construir el mundo. A esta tarea de sacar el mundo y la humanidad adelante la llamamos historia. Pues bien, Dios creador está empujando y haciendo avanzar a la historia de logro en logro, de progreso en progreso, incluso a través de los fracasos y retrocesos.
             El Pueblo de Israel constató con fuerza esta presencia creadora y salvadora de Dios. “He visto el dolor de mi pueblo.... y he decidido bajar a liberarlo” (cf  Ex 3, 7s).
 
            3.- Dios está, sobre todo, en el corazón del hombre. ¿Cómo está Dios en cada uno de nosotros? Poniendo deseos de más, dejándonos insatisfechos con lo que ya somos y tenemos. El hombre siempre busca algo distinto, siempre mira al futuro, movido por una promesa de algo nuevo y superior. Todos queremos más y más y mucho más, lo dice la canción. Es Dios que está creadoramente dentro de nosotros haciéndonos aspirar a más vida, a ser más plenamente personas, a un mundo mejor y en el fondo y finalmente haciendo que aspiremos a él. Así lo expresó S. Agustín: Nos hiciste Señor para ti, y nuestro corazón está inquieto y ansioso hasta que no te alcanza y descansa en ti.
 
            Podríamos resumir todo lo dicho con esta magnífica expresión de fe que aparece en el prefacio común número 9:
“Tú eres el Dios vivo y verdadero; el universo está lleno de tu presencia,
       pero sobre todo has dejado la huella de tu gloria en el ser humano creado a tu imagen.
Tú lo llamas a cooperar con el trabajo cotidiano en el proyecto de la creación y le das tu Espíritu para que sea artífice de justicia y de paz en Cristo, el Hombre Nuevo”.
 
Reflexión y puesta en común         
 
Después de la puesta en común el catequista les propone este texto para ver lo que les sugiere.
 
   “Usted perdone”, le dijo un pez a otro,
“es usted más viejo y con más experiencia que yo
  y probablemente podrá usted ayudarme. Dígame:
  ¿dónde puedo encontrar eso que llaman Océano?
  He estado buscando por todas partes, sin resultado”.
  “El Océano” , respondió el pez viejo, “es donde estás ahora mismo”.
   “¿Esto? Esto no es más que agua...
  Lo que yo busco es el Océano” replicó el pez joven,
  totalmente decepcionado, mientras se marchaba nadando
  a buscar en otra parte.
                                                 (T. de Mello.-  El Canto del Pájaro.-  Sal Terrae)
 
Para la oración
(Quizá convenga trasladarse a un oratorio o a la iglesia parroquial. Se  les puede  repartir  los siguientes textos  a cada joven para el siguiente momento de oración comunitaria y para que puedan seguir rezando en casa).
           
1-      En Dios vivimos, nos movemos y existimos  (Hch 17, 28).
 
2-  Dios nos envuelve por todas partes como la atmósfera. Y como la atmósfera está llena de ondas visuales y sonoras, pero nosotros no podemos verlas ni oírlas si no las sintonizamos por los canales debidos. Así también estamos rodeados por todas partes de las ondas de Dios pero no podemos percibirlo si no lo sintonizamos por los canales debidos. Quien vive sólo de las percepciones sensibles de los cinco sentidos corporales no puede captar esas ondas de Dios.
 
Dios está también en el fondo de cada ser, y está dentro de nosotros mismos. Para encontrarlo a él no es necesario caminar lejos, ni siquiera salir de uno mismo. Al contrario, basta con adentrarse en uno mismo, basta descender al fondo del propio ser y descubrir la propia identidad (que es Dios). Pero los hombres de nuestro tiempo tratan siempre de huir de sí mismos. Y si alguna vez se ven forzados a estar solos encienden la radio, la televisión o los walkmans.
 
A Dios lo encontramos en el silencio y en la oscuridad. Es como una película que no comienza a verse en la pantalla hasta que se cierran las puertas y ventanas y se apagan las luces, y conforme se va haciendo más oscuro, las figuras se van viendo con más nitidez.
 
La razón por la cual la gente no suele experimentar  la presencia de Dios es porque estamos acostumbrados a que toda experiencia nos venga de fuera, y esta experiencia es de dentro. Estamos volcados hacia el exterior deseosos de entretenimiento y de distracción.
 
Creemos que si Dios hablara sería con voz material, que nos entrara desde fuera por los oídos.
 
Uno cree que esa presencia es uno mismo, y no reconoce Su presencia dentro de uno. No sabemos que en el centro de nuestro ser no somos nosotros sino Otro. Que nuestra identidad es Otro. Que encontrarnos a nosotros mismos y centrarnos en nosotros es arrojarnos en los brazos de Otro.
 
Nosotros estamos buscando siempre ese abrazo con la felicidad, proyectándonos hacia afuera. Oímos la llamada  y la voz irresistible del Dios que nos llama a ser felices con El, pero no acertamos a saber de dónde nos viene la llamada. Pensamos que nos viene de fuera y es de dentro.
 
Dios está en todas partes, pero su voz se oye sólo en el silencio. (E. Cardenal)
 
- Quédate en oración considerando que a Dios lo llevas dentro de ti.
- Cae en la cuenta de que él te conoce mejor que lo que tú te conoces.
- Dios te está mirando. ¿Cómo lo hace: con gozo, con pena, con cariño, con ilusión...?
 
    Habla con él.
 
 

4. DIOS SE COMUNICA AL HOMBRE
 

Para los catequistas

 
Situación
 
            En nuestra época, por influencias orientales y neognósticas, no es infrecuente pensar a Dios como el gran espíritu del mundo, como el alma o la energía que lo anima. Por una parte, un dios que es parte del mundo  (no es el Dios trascendente de la fe); por otra, un dios impersonal.
            Entre los jóvenes no es raro tampoco el representarse a Dios como el conjunto de los valores que a ellos les resultan significativos: la suprema justicia, la infinita bondad, el absoluto poder, el amor ideal... Tampoco Dios es una percha a la que se cuelgan una serie de valores morales siendo éstos los que de verdad importan. Sigue siendo un dios impersonal.
            Un dios impersonal no siente ni padece, ni ama, ni se comunica, ni se entrega; tampoco es un dios con el que se pueda hablar, ni rezar, ni establecer una relación de intercambio de amor. El Dios de la Biblia, el Dios de la Alianza, el Dios Padre, que nos reveló Jesús, es otro.
 
 
Objetivos
 
- Que los confirmandos descubran o caigan  en la cuenta de que Dios es personal.
 
- Que descubran la Biblia como la historia de la comunicación de Dios.
 
- Que sientan que Dios los llama a una relación personal de mutua intercomunicación.
 
 
 
Textos de consulta
                    Catecismo de la Iglesia Católica : n. 50-66
                     Esta es nuestra fe: p. 96 - 97.
 
 
 

Desarrollo de la catequesis

 
Texto para orar y empezar la catequesis
 
Pregunta, indaga desde los tiempos antiguos, si quieres desde el día en que Dios creó al hombre: ¿Hubo jamás desde un extremo al otro de la tierra algo tan extraordinario? ¿Hubo noticia de algo semejante? ¿Hay algún otro pueblo que haya oído como tú has oído la palabra del Dios vivo? ¿Tienes conocimiento de que algún otro dios haya intentado elegirse una nación entre todas las demás como lo ha hecho vuestro Dios con vosotros? (cf  Dt 4, 32-34).
 
y/o este otro:
Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo (Heb 1, 1).
Contenidos catequéticos
 
El catequista puede repartir el texto siguiente y leerlo en voz alta  o servirse de él para hacer una exposición. En caso de que se reparta el texto, después de cada punto el catequista deja un rato de silencio para que cada uno subraye las ideas o expresiones que más le han llegado o afectado. Al final se hace una puesta en común de las frases que más les han llegado en clima de compartir vivencias, no de discusión.
 
 
 
- Para los cristianos Dios no es ALGO. Es ALGUIEN. Con esto queremos decir que Dios es un ser PERSONAL. Nos diferenciamos de los que piensan que Dios es la energía cósmica, el alma del universo... una fuerza, en definitiva, que moviliza todas las cosas. Pero una fuerza no siente,  ni piensa; a una fuerza no se le puede hablar ni rezar. Nos diferenciamos también de los que piensan a Dios como un valor: la libertad, la justicia, la racionalidad,  el amor o el conjunto de todos los valores. No podemos tampoco identificarnos con los que dicen “algo habrá” y se quedan en la simple nebulosa del misterio.
 
- Los cristianos creemos que Dios es un ser personal. De manera muy diferente a la nuestra, desde luego. No es persona como nosotros; pero no es menos que persona. Eso quiere decir que Dios piensa, siente, ama, quiere, actúa y SE RELACIONA. Esto lo creemos no porque nos guste que sea así, ni por deducción lógica. Sabemos que es así, precisamente porque Dios se relaciona con los hombres, se comunica y ha hablado. “De muchas maneras habló Dios a nuestros padres” (Heb 1, 1).
 
- La Biblia es la historia de la relación y de la comunicación de Dios a los hombres. Y todo el mensaje de la Biblia nos está diciendo esto: Dios quiere entablar con los hombres una relación. El Dios de la Biblia es el Dios de la Alianza. Dios elige, llama e invita a una relación personal con él. Primero fue con Abraham, Isaac y Jacob; después, a través de Moisés, con el pueblo de Israel; finalmente, a través de Jesucristo, con toda la humanidad. La Biblia nos trae el proceso y los avatares de esa relación; cómo, a pesar de que los hombres rompen la Alianza, Dios permanece fiel.
 
- Efectivamente, Dios “habló de muchas maneras” y sigue hablando de muchas maneras.  Con el verbo “hablar” queremos decir comunicarse. También nosotros nos comunicamos de muchas maneras, de palabra, con una mirada, con un gesto, con nuestros actos e incluso con nuestras omisiones. Cuando decimos que Dios ha hablado no queremos decir que sus palabras resuenan en nuestros oídos. Queremos decir que se nos comunica. ¡SE NOS COMUNICA!. La palabra es vehículo para trasladar una vivencia, una idea, un sentimiento y hasta una vida de una persona a otra. La palabra es el cántaro por el que una persona se vierte en otra. Esto es lo importante: Dios se nos comunica y se nos entrega. SE NOS DA ÉL, su vida, su ser. Por eso lo conocemos. Y esa comunicación es gradual, progresiva, como la que acontece entre cualquier amigo o entre cualquier pareja de enamorados, que se van conociendo cada vez mejor. Esto es lo inaudito y sorpresivo “¿Hubo jamás desde un extremo al otro de la tierra algo tan extraordinario?” (Cf  Dt 4, 32-34). El Dios grande, infinito, el que da el ser y sostiene todas las cosas, es un Dios personal, el Dios de Abraham, de Jacob, de Moisés, de Israel, de Jesús y también nuestro Dios, el de cada uno. “Dios mío”, solemos decir y no caemos en la cuenta de lo que decimos. DIOS QUIERE SER PARA MÍ Y QUE YO SEA PARA ÉL a través de una comunicación cada vez más profunda.
 
Dios es un TÚ
Te habla, te llama, te quiere, te aprecia con un amor infinito.
Nadie te quiere como él. Tú eres el único para él.
Para muchos de nosotros Dios ha sido un Algo, un Ello,
sordo y mudo, distante y frío. No nos dice nada.
¡Qué equivocados!
Dios te busca, te necesita, porque sabe que tú lo necesitas a él.
Te hizo para él.
Cada mañana sale al balcón y otea el horizonte a ver si vas a estar con él.
Cada tarde. Cada mañana dice como si fuera la primera vez:
Vamos a recomenzar nuestra relación.
 
 
Reflexión y puesta en común         
 
Para la oración
Para hacerla al final de la reunión y durante la semana
Señor,  Dios nuestro, ¿qué es el hombre para que te ocupes de él?  (Salmo 8)
 
¿Qué tengo yo, Señor, que mi amistad procuras? (Lope de Vega)
 
 Primero mide la distancia que hay entre Dios y tú, luego pregúntale
 
. por qué te ama tanto,
. por qué quiere entrar en comunicación contigo,
. qué quiere para ti,
. por qué quiere que le quieras.
 
. Pregúntate delante de él cómo respondes a la invitación que él te hace a su amistad.
 
           
 
 
 

5. LA COMUNICACIÓN DE DIOS ES SALVACIÓN
 
 

Para los catequistas

 

Situación

 
            Por influencia familiar quizá, los adolescentes de hoy siguen concibiendo la salvación cristiana como un asunto que concierne exclusivamente al destino del hombre después de la muerte. Se trata de una concepció
948 292 402 – 687 406 061
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